Dr. Dave Mulder
La inteligencia artificial ha entrado en nuestras aulas y reuniones de personal, a veces de forma significativa, a veces sutil. Está cambiando nuestra forma de escribir, investigar, calificar, planificar e incluso cómo imaginamos la enseñanza del futuro. Para los educadores cristianos, esta nueva realidad ofrece tanto oportunidades como desafíos. La pregunta no es si la IA formará parte de la educación; ya lo es. La pregunta más profunda es: ¿ cómo la utilizaremos fielmente, como docentes y líderes escolares cristianos?
No se trata solo de dominar una nueva herramienta. Se trata de recordar lo que significa ser humano, enseñar de maneras que honren a Dios y usar la tecnología de maneras que amplifiquen, y no disminuyan, el alto llamado de vivir nuestra fe a través de nuestra labor como educadores.
Enseñanza y aprendizaje, y compromiso con la práctica lúdica
La enseñanza es un proceso de desarrollo, no de logro. Tanto si eres nuevo en la profesión como si eres un educador experimentado, tu desarrollo como un educador más fiel es un proceso moldeado por la reflexión, la práctica y la imaginación. Como maestros cristianos, este proceso tiene un propósito distintivo: aprender a seguir a Jesús con mayor fidelidad a través de nuestro trabajo, integrando nuestro discipulado en el aula. Una forma eficaz de abordar este proceso es a través de lo que llamo práctica lúdica , un método de aprendizaje y experimentación que fomenta la creatividad, el ingenio y la flexibilidad.
Cuando hablamos de creatividad, muchos educadores dudan, pensando que requiere ser "artístico". Pero la creatividad va más allá de la pintura o la música. Es la capacidad de ser generativo, adaptable e ingenioso: cualidades que podemos cultivar mediante la práctica repetida e intencionada. En la enseñanza, la práctica lúdica nos permite explorar nuevas ideas, perfeccionar estrategias e incluso experimentar con tecnologías como la inteligencia artificial sin miedo al fracaso. Así como practicar un instrumento musical o una habilidad atlética desarrolla hábitos y capacidades permanentes, la práctica lúdica en la enseñanza cultiva hábitos de toma de decisiones reflexiva, imaginativa y ética. La disposición a experimentar y explorar, incluso en la docencia, es la esencia de la práctica lúdica, así que ¡toma esto como una invitación a jugar!
Abordar la IA a través de la práctica lúdica y el discernimiento centrado en el ser humano, que glorifica a Dios, también implica reconocer las limitaciones de la tecnología. Las máquinas son poderosas, pero a menudo menos mágicas en la realidad que en nuestra imaginación. Una aspiradora robot puede prometer una limpieza sin esfuerzo, pero en la práctica, tiene dificultades con las esquinas, las escaleras y la distribución de los muebles. De igual manera, las herramientas de IA pueden parecer impresionantes a primera vista, pero sus resultados solo son tan buenos como nuestra guía, supervisión y juicio ético. Nuestra tarea como educadores es identificar qué tareas deberían realizar los humanos (¡tanto profesores como estudiantes!). Esto no significa que no podamos contar con el apoyo de herramientas, por supuesto. Si vas a cavar un hoyo, sospecho que usarás una pala, o incluso una retroexcavadora para un hoyo realmente grande, en lugar de tus propias manos. Los humanos usamos herramientas, y a veces herramientas muy potentes, para facilitar el trabajo que realizamos. Pero discernir qué herramientas utilizar y cuándo utilizarlas es clave para garantizar que el trabajo humano siga siendo significativo y formativo.
Recordando quiénes somos como maestros
En mi opinión, la esencia de la enseñanza cristiana reside en la convicción de que la educación va más allá de la eficiencia, la productividad o incluso el dominio de los contenidos. Una educación auténtica y verdadera consiste en formar personas a imagen de Dios, nutrir la sabiduría, cultivar el carácter y guiar a los estudiantes hacia la verdad.
La IA tiene el poder de automatizar ciertas tareas que nos agobian: planificar las clases, calificar borradores y organizar recursos. Pero si permitimos que se apodere de los aspectos inherentemente humanos de la enseñanza (relaciones, mentoría, imaginación, oración para discernir), corremos el riesgo de socavar la labor para la que fuimos llamados.
Nuestro papel como educadores cristianos no es competir con las máquinas, sino profundizar en la labor verdaderamente humana de la enseñanza: escuchar a nuestros estudiantes, animarlos y desafiarlos, y dar testimonio del amor de Cristo en el aula. ¡Esta es la buena labor que nos toca realizar, que deleita a Dios!
La bondad del trabajo y el peligro de los atajos
Enseñar es un trabajo duro, y eso no es un defecto del sistema; es parte de la bondad de la vocación. El trabajo duro nos forma, moldea a nuestros estudiantes y genera la profunda satisfacción que proviene del esfuerzo y el crecimiento. ¡Que el trabajo sea duro no disminuye su bondad en lo más mínimo!
Sin embargo, podríamos sentirnos tentados a evitar el trabajo duro. Sospecho que nuestros estudiantes también caen en esta tentación. Y lo cierto es que la IA puede tentarnos con atajos, maneras de evitar el trabajo duro que no siempre parece tan "bueno". ¿Para qué esforzarse en un plan de clase cuando un chatbot puede generar uno en treinta segundos? ¿Para qué batallar con un pasaje complejo cuando un algoritmo puede generar un resumen claro? Pero tomar el atajo a menudo significa perder la alegría, la creatividad y el crecimiento que se obtienen con el esfuerzo.
Como educadores cristianos, estamos llamados a mantener la dignidad de nuestra labor, incluso mientras utilizamos sabiamente las herramientas a nuestra disposición. La IA debe servir como asistente, no como sustituto. Puede simplificar las tareas rutinarias, pero no debe privarnos, ni a nosotros ni a nuestros estudiantes, del poder transformador del aprendizaje mediante el esfuerzo.
La práctica lúdica y el viaje continuo
Enseñar con IA no se trata de "alcanzar" una estrategia perfecta de una vez por todas. Se trata de convertirse en educadores curiosos, perspicaces y dispuestos a experimentar.
Esto requiere un espíritu de práctica lúdica. Prueben una nueva herramienta de IA con sus estudiantes y observen qué sucede. Úsenla para generar ideas, preguntas y explorar múltiples perspectivas. Luego, reflexionen: ¿qué funcionó? ¿Qué no? ¿Cómo ayudó a sus estudiantes a crecer?
No tenemos que convertirnos en expertos de inmediato. Lo importante es la disposición a aprender, a adaptarnos y a permitir que nuestras aulas sean espacios donde tanto profesores como estudiantes crezcan juntos en sabiduría.
Un llamado al coraje y a la imaginación
Nos adentramos en una nueva era educativa, donde la IA se volverá cada vez más poderosa y presente. Los educadores cristianos no podemos permitirnos ignorarla, ni podemos simplemente adoptarla acríticamente. Lo que necesitamos es valentía e imaginación.
Creo que necesitamos valentía para resistir las presiones que reducirían la educación a la mera eficiencia. Se requiere una valentía contracultural para mantenernos enfocados en lo humano, lo relacional y lo espiritual. Asimismo, creo que tenemos la oportunidad de desarrollar nuestra imaginación colectiva para ver cómo la IA puede usarse al servicio del reino de Dios: liberando a los docentes para que dediquen más tiempo a los estudiantes, ayudándolos a explorar preguntas complejas y discipulando a los estudiantes mientras buscamos cultivar la sabiduría, la virtud y el carácter cristiano.
Así que, amigos, este es el reto: comprometámonos a adentrarnos en esta nueva frontera con los ojos abiertos y el corazón lleno de fe . Pueden usar la IA, pero no se dejen usar por ella. Experimenten, reflexionen y mantengan el buen trabajo humano como prioridad. ¡Muestre a sus estudiantes que, en un mundo de máquinas, sigue siendo bueno ser humano!
Acerca del autor:

El Dr. Dave Mulder es profesor de Educación en la Universidad de Dordt, donde imparte cursos de tecnología educativa, educación STEM y fundamentos educativos, y es director del departamento. Con experiencia como profesor de matemáticas, ciencias, Biblia y tecnología en escuelas cristianas, y un doctorado en tecnología educativa, trabaja para traducir la investigación a la práctica para educadores de preescolar a 16.º grado. Recientemente publicó el libro Always Becoming, Never Arriving: Developing an Imagination for Teaching Christianly (Siempre en proceso, nunca llegando: Desarrollando la imaginación para enseñar cristianamente) y actualmente está dando los últimos toques a un libro sobre IA para educadores cristianos.
Aprender y liderar con IA: enseñanza, tecnología y coraje para crecer