El retrato ideal de un graduado de secundaria cristiano

22 de mayo de 2025 por
Dr. Larry Taylor
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Dr. Larry Taylor | 12 de mayo de 2025


Ha llegado esa época del año una vez más. Al ponerse el sol en los pasillos familiares, resonando con risas y el estruendo de las puertas de los casilleros al cerrarse, una mezcla de emociones flota en el aire. La graduación de la preparatoria, un hito que marca la transición de la adolescencia a la edad adulta, es un evento lleno de nostalgia, anticipación y la promesa de nuevos comienzos.

La importancia de este momento es innegable, ya que implica reflexionar sobre toda una vida y anticipar el futuro. Al entregar los diplomas, los graduados se encuentran en el umbral de un mundo rebosante de infinitas posibilidades. El futuro les espera con aventuras inéditas, prometiendo nuevas amistades, nuevos desafíos que superar y nuevos sueños que perseguir.

Las ceremonias de graduación son un testimonio de la dedicación y el esfuerzo de cada graduado. Las escuelas cristianas han aprovechado esta oportunidad para nutrir y guiar a los estudiantes que Dios les ha confiado. La esperanza y el objetivo son que, independientemente del tiempo transcurrido (un año o doce), hayan estado sentando bases sólidas, ayudándolos a crecer en su conocimiento académico y bíblico, y a madurar en su fe y su relación con Jesucristo.

El carácter, la ética laboral y las habilidades académicas de una persona no se desarrollan plenamente a los 18 años, y la madurez es un proceso que dura toda la vida. Sin embargo, existen estrategias fundamentales de formación que pueden aumentar la probabilidad de que un niño adopte el sistema de creencias deseado, cultive hábitos de aprendizaje eficaces y encarne rasgos de carácter cristianos. Si bien los padres son los principales responsables de formar estas cualidades, las escuelas también desempeñan un papel importante en su desarrollo.

Cada estudiante de último año es una creación única a imagen de Dios; sin embargo, las escuelas buscan inculcar ciertos objetivos deseados en todos ellos. Durante mi etapa como director de la Academia Cristiana Prestonwood en Texas, anhelábamos en oración que nuestros estudiantes de último año demostraran los siguientes objetivos fundamentales:

1. La reverencia a Dios es el principio de la sabiduría (Proverbios 9:10). Sin reverencia ni reconocimiento a Dios, la educación es esencialmente secular. Aprender a pensar y discernir (Hebreos 5:14) como creyentes maduros en Cristo se sustenta en un auténtico respeto y amor por nuestro Señor.

2. Una perspectiva eterna es interdependiente con la reverencia. Este tipo de perspectiva nos da propósito en nuestro trabajo y desarrolla una sólida ética laboral porque sabemos y entendemos que trabajamos para agradar y honrar a Dios (Colosenses 3:23). La frase en latín del escudo de nuestra escuela, «Ad Majorem Dei Gloriam» (para la mayor gloria de Dios), enmarca nuestras motivaciones.

3. La humildad se cultiva entonces cuando reconocemos que nuestras vidas giran en torno a Él; somos líderes que sirven a Él. Reconocer que Dios nos ha otorgado intelecto, talentos y dones nos quita el enfoque y lo centra, con razón, en nuestro Señor. Esto nos impulsa a demostrar el amor y la actitud de Jesucristo a todas las personas, caracterizados por la abnegación, el servicio (Filipenses 2:2-11) y un estilo de vida de obediencia que busca primero el Reino de Dios (Mateo 6:33).

4. El proceso de aprendizaje, o erudición, está condicionado por la reverencia, la perspectiva eterna y la humildad. El ambiente cristiano de las artes liberales nutre la mente para que se apasione por aprender, pensar y analizar. Todo conocimiento y toda disciplina académica son valorados, no por una calificación per se, sino por el proceso mismo de aprendizaje: la excelencia académica se convierte en un compromiso para discipular la mente. Usar nuestra mente no solo para magnificar a Dios, sino también para servir como su embajador en las áreas de derecho, negocios, medicina, ingeniería, educación, ministerio y cualquier tarea a la que Dios nos llame, es un acto de obediencia y reverencia. El desarrollo de una cosmovisión bíblica es fruto de este proceso.

5. El rigor, las altas expectativas y la responsabilidad complementan todo el entorno de aprendizaje a medida que los estudiantes se acostumbran a esforzarse por alcanzar la excelencia. La resolución de problemas, el pensamiento, el análisis crítico y la síntesis fortalecen la mente y se convierten en procesos naturales de pensamiento. El apóstol Pablo animó a los corintios a fortalecer sus mentes (2 Corintios 10:5), incluyendo todos los sistemas de filosofía, opiniones y facultades de razonamiento sujetos a la Palabra de Dios. Una cultura de rigor sirve como catalizador para buscar la excelencia en cada área de la vida.

Escuelas, disfruten cada momento de esta celebración al presenciar el reflejo de Dios en los ojos de cada estudiante que se gradúa. Los recuerdos de la escuela secundaria siempre ocuparán un lugar especial en sus corazones. A los graduados: ¡que su futuro sea tan brillante como su espíritu y que siempre busquen glorificar a su Padre Celestial en cualquier camino que Él los guíe!

 

Acerca del autor

 

El Dr. Larry Taylor, presidente y director ejecutivo de ACSI, lleva más de 30 años trabajando en el sector educativo. Le apasiona formar a esta generación de discípulos para Jesucristo mediante la educación cristiana. Antes de aceptar la presidencia de ACSI, el Dr. Larry Taylor fue director de la Academia Cristiana Prestonwood (PCA) en Plano, Texas, durante veinte años. La Academia Cristiana Prestonwood atiende a más de 1600 estudiantes matriculados en cuatro campus como parte de su sistema escolar.

Dr. Larry Taylor 22 de mayo de 2025
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