Proyecto Identidad

17 de diciembre de 2025 por
Billy Hutchinson
| Todavía no hay comentarios

Billy Hutchinson


Recuerdo perfectamente a una estudiante que me preguntó cómo responderle a su amiga, que estaba teniendo problemas con su identidad de género. Estaba desconsolada porque su amiga se enojaba constantemente y le decía que si de verdad la quería, aceptaría a "mi verdadero yo".

En mi poco más de una década dedicada a la educación cristiana, he presenciado un cambio significativo en el tipo de preguntas que hacen los estudiantes. Lo que comenzó como "¿Qué entra en el examen?" o "¿De verdad necesito saber esto para entrar a la universidad?" evolucionó hacia algo mucho más profundo y complejo.

Hoy en día, los estudiantes se plantean con mayor frecuencia preguntas existenciales: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi propósito? ¿Soy suficiente? Estas cuestiones de identidad no son preocupaciones secundarias que puedan surgir durante una clase de Biblia o un servicio religioso. Son fundamentales para la condición humana y, por lo tanto, impregnan todos los aspectos de la vida estudiantil. Por ello, los estudiantes buscan respuestas en los pasillos, en casa, en sus equipos deportivos y en internet.

Además, estas preguntas no surgen de la nada. Reflejan el momento cultural en el que vivimos, que ha transformado radicalmente la manera en que toda una generación concibe la verdad, la identidad y el propósito. Este cambio ha generado una visión del ser humano desvinculada de cualquier fundamento sólido, elevando los sentimientos personales y la experiencia subjetiva a la categoría de árbitros supremos de la verdad y la realidad.

Las repercusiones de este cambio no son solo filosóficas, ya que los estudiantes ya no se plantean preguntas aisladas a disciplinas individuales como la biología, la filosofía o la teología. En cambio, se enfrentan a una compleja convergencia de estas disciplinas sin darse cuenta de cómo las respuestas en un área inevitablemente moldean e influyen en su pensamiento en las demás.

Aún más preocupante, he observado una creciente incapacidad entre educadores, líderes directivos escolares, padres e incluso pastores para identificar las causas profundas de estas preguntas y ofrecer respuestas coherentes con una cosmovisión cristiana. Esto ha generado confusión, dudas y aprensión entre los educadores bienintencionados a la hora de responder. Nos hemos vuelto expertos en tratar los síntomas, pero no la causa subyacente.

Para ser justos, los educadores cristianos de hoy se encuentran inmersos en un papel que tal vez nunca anticiparon: ahora son guías de primera línea para una generación que intenta orientarse en medio de una confusión sin precedentes sobre cuestiones humanas fundamentales. El desafío no radica en que los estudiantes estén confundidos, aunque sin duda lo están. El problema más profundo reside en que las narrativas culturales que escuchan son fundamentalmente deconstructivas. La educación contemporánea misma ha experimentado una revolución de ideas que deconstruye sistemáticamente la noción misma de lo que significa ser humano, al contraponer la mente al cuerpo y la autonomía individual a la verdad objetiva.

Estos cambios filosóficos han tenido consecuencias devastadoras: niveles epidémicos de ansiedad, soledad y desesperación. Como educadores, a menudo nos encontramos en una situación imposible, ya que se espera que aportemos sabiduría sobre estos temas con una mínima orientación o preparación. No sabemos qué decir o tememos hacerlo por miedo a las posibles reacciones negativas si decimos algo inapropiado.

Sin embargo, esta es la verdad que no podemos ignorar. Si nos equivocamos en antropología —cuando malinterpretamos lo que significa descubrir, vivir y guiar a otros hacia su identidad divina— todo lo demás se resiente. La educación se vuelve sin rumbo; la ética se torna arbitraria, y la realidad misma pasa de ser un espacio de formación a un ámbito de expresión personal donde la verdad es relativa y la identidad se autodefine. Es un panorama desolador, donde los estudiantes se ven obligados a construir su propio significado, identidad y propósito.

Por eso necesitamos algo más que un simple currículo: necesitamos un recurso que, como educadores cristianos, nos ayude a guiar a los estudiantes a fundamentar su identidad en Dios. Necesitamos herramientas que nos permitan aprovechar estas oportunidades con claridad, confianza y valentía.

El Proyecto Identidad está diseñado para ayudarte a enseñar a los estudiantes quiénes son según el propósito de Dios. A través de más de 200 videos con fundamentos bíblicos, presentados por reconocidas voces cristianas, este proyecto te capacitará, como educador, para abordar conversaciones difíciles con gracia, verdad y valentía .

Esto va más allá de la enseñanza; se trata de transformación. Es un llamado a discipular a los estudiantes que necesitan urgentemente mentores capaces de hablarles con la verdad sin alienarlos en el proceso.

En estos tiempos de confusión cultural, los educadores cristianos tienen una vocación de gran importancia. El Proyecto Identidad nos ayuda a cumplir con esa vocación, brindándonos la sabiduría necesaria para ser fieles a la misión a la que Dios nos ha llamado.  

 

Acerca del autor:

 

                                                         

Billy Hutchinson (Maestría en Divinidad, Apologética Cristiana) es el Especialista en Educación del Centro Colson. Antes de unirse al Centro Colson, dedicó más de una década a la educación cristiana como maestro y administrador, enfocándose en la excelencia académica, la educación digital y la formación de la cosmovisión de maestros y estudiantes.

Le apasiona capacitar a otros para que se involucren y transformen la cultura actual para Cristo. Él y su familia viven en Charlotte, Carolina del Norte.

Billy Hutchinson 17 de diciembre de 2025
Etiquetas
Archivo
Iniciar sesión dejar un comentario